MATERIAL DE ESTUDIO PARA LOS ALUMNOS DE SEGUNDO AÑO DE LA
CARRERA DE BIBLIOTECOLOGÌA.
Hacia 1983 la sociedad argentina despertaba de una horrible
pesadilla que había durado más de siete años, un despertar caracterizado por el
entusiasmo popular y el deseo de volver a respirar aires democráticos.
Los sectores populares miraban esperanzados hacia adelante, pero sin olvidar el pasado reciente que tantas vidas se llevó. Todo el pueblo argentino estaba más que ansioso para que el mes de octubre llegara y poder así depositar su voto.
Los sectores populares miraban esperanzados hacia adelante, pero sin olvidar el pasado reciente que tantas vidas se llevó. Todo el pueblo argentino estaba más que ansioso para que el mes de octubre llegara y poder así depositar su voto.
De
cara a las elecciones los partidos políticos comenzaron a prepararse para dar
combate a sus opositores. La UCR eligió la formula Raúl Alfonsín – Víctor
Martínez para el cargo presidencial y a Fernando de la Rúa como candidato a
senador por la Capital Federal; por su parte el peronismo, luego de muchos
enfrentamientos internos proclamó el binomio Ítalo Luder - Deolindo Bittel y a
Herminio Iglesia como postulante al cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Otros candidatos también formaron parte de la disputa
electoral, Álvaro Alsogaray por la Unión de Centro Democrático, el Partido Intransigente
con Oscar Alende a la cabeza, además de otros partidos de derecha y de izquierda
que no tuvieron mayor protagonismo. Raúl Alfonsín
lentamente iba ganando la simpatía del electorado, sus denuncias sobre el pacto
militar-sindical y su posición respecto a la dictadura militar lo hizo creíble
frente a la opinión pública.
Al estilo de los viejos caudillos radicales, Alfonsín hacía gala de un discurso reflexivo, solía cerrar sus actos recitando el preámbulo de la Constitución Nacional y con una frase que pasó a la posterioridad:” Con la democracia, se come, se cura y se educa”.
Los radicales usaron una estrategia preelectoral esperanzadora, con el claro mensaje de unión entre los argentinos, muy alejado al que utilizó Herminio Iglesias, quien quemó un féretro que simbolizaba al radicalismo en un acto peronista.
Al estilo de los viejos caudillos radicales, Alfonsín hacía gala de un discurso reflexivo, solía cerrar sus actos recitando el preámbulo de la Constitución Nacional y con una frase que pasó a la posterioridad:” Con la democracia, se come, se cura y se educa”.
Los radicales usaron una estrategia preelectoral esperanzadora, con el claro mensaje de unión entre los argentinos, muy alejado al que utilizó Herminio Iglesias, quien quemó un féretro que simbolizaba al radicalismo en un acto peronista.
La estrategia
elegida por el justicialista de Avellaneda fue repudiada por la mayoría del
electorado. "El alfonsinismo apareció como el enemigo especial de los militares en
el poder. Pero fue más bien la profundidad de su llamamiento democrático lo que
trajo consigo un desplazamiento de opinión que llegó hasta las capas
populares”.1
Argentina vivía una realidad cargada de esperanza y
bullicio, la gente sintió la necesidad de expresar su malestar por los años de
opresión y silencio que debió soportar. Jóvenes, adultos y ancianos se
embarcaron en el sueño político de querer cambiar el destino político del país.
Ese entusiasmo de querer participar quedó reflejado en la
cantidad de afiliados que logró el Partido Justicialista y la Unión Cívica
Radical, jamás en la historia de la Argentina ningún partido había logrado
alcanzar las cifras conseguidas por ambos.
Los resultados de
las elecciones estuvieron en estrecha concordancia con los niveles de
afiliación, los dos partidos populares se apoderaron de la mayoría de los
votos.
La U.C.R obtuvo el 52 % de los votos y el P.J. se alzó con
el 40%, el triunfo de Alfonsín sorprendió a más de uno, pero la sorpresa fue aún
mayor cuando
se dio a conocer los resultados electorales de la provincia de Bs As, en donde
el Radicalismo se impuso al Justicialismo.
El resto del mapa electoral argentino dio como ganador en
casi todas las provincias al Justicialismo lo que le aseguró mayoría en el
Senado de la Nación. Con el triunfo obtenido el partido Radical se transformó
en la nueva fuerza política y Alfonsín como el nuevo referente de los valores
democráticos.
¿Qué factores contribuyeron a que la figura del líder radical
trascendiera su partido?
1-Los desaciertos políticos llevados a cabo por un sector
del peronismo previo al sangriento golpe de Estado de 1976.
2-La continuidad del enfrentamiento entre diferentes líneas del
Justicialismo.
3-La Violencia manifestada por Herminio Iglesias durante la
campaña electoral.
4- El apoyo brindado a Alfonsín por la juventud y las
mujeres.
5-Alfonsìn representaba el cambio, el orden y la esperanza de paz.
5-Alfonsìn representaba el cambio, el orden y la esperanza de paz.
El 10 de diciembre de 1983 Raúl Ricardo Alfonsín asumió la
presidencia de la Nación iniciando el retorno del sistema democrático. La tarea
del flamante presidente no se presentaba nada sencillo, debió transitar por el
terrible encono que existía entre las fuerzas militares y la sociedad civil.
El triunfo del radicalismo repercutió de manera inesperada
en su estructura interna, los sectores que apoyaban al presidente creyeron que
el “Alfonsinismo” podía ser el punto de partida de un tercer movimiento
histórico, superior al Radicalismo de Yrigoyen o al Justicialismo de Perón.
La idea del nacimiento de un tercer movimiento nació de la
Junta Coordinadora Nacional(JCN), una agrupación de jóvenes radicales creada en
Santa Fe a fines de los sesenta. Del corazón de la Junta Coordinadora salieron
dirigentes de la talla de Enrique Nosiglia, Leopoldo Moreau, Jesús Rodríguez,
Marcelo Stubrin y Federico Storani. Todos tuvieron un papel protagónico durante
el gobierno de Alfonsín.
El objetivo de capitalizar el poder dentro la estructura
partidaria llevó a los miembros de la Junta Coordinadora a realizar las famosas
roscas políticas, que repercutieron de manera negativa en las elecciones
parlamentarias de 1987.
Pero ¿Qué pasaba en la interna justicialista durante este
periodo?
La idea de la juventud radical de conformar un tercer
movimiento caló profundo en el orgullo de los justicialistas, quienes
consideraron que era tiempo de dejar atrás las profundas diferencias para dar
paso a una oposición unida. La oposición se materializó en la confrontación
parlamentaria y en los paros generales llevados adelante por los dirigentes
gremiales peronistas.
La idea de unidad peronista y de superar las diferencias
ideológicas fue propiciado por la línea “Renovación Peronista” encabezada por
Antonio Cafiero, esta corriente peronista va a ser la responsable de resurgir
entre las cenizas a un peronismo golpeado. En 1987 el cambio propuesto por los
renovadores dio sus primeros frutos, logrando captar nuevamente la confianza
del electorado, fue en ese contexto que Cafiero fue elegido gobernador de Bs As.
El triunfo de los renovadores no fue sencillo por el nivel
de agresividad de la línea conservadora del peronismo conducida por Herminio
Iglesia y Lorenzo Miguel, quienes recurrieron a todo tipo de estrategia para
capitalizar la conducción.
En la disputa interna entre los justicialistas comenzó a
sonar con mayor fuerza el nombre de Carlos Menen, gobernador riojano que hasta
ese momento se manejó de manera independiente.
Volviendo la mirada hacia el gobierno de Alfonsín; él inicio
de su mandato no se presentó para nada sencillo, varios problemas lo
condicionaban:
1-Los militares entregaron el gobierno cuatro meses
antes de lo previsto.
2-Al tener minoría en el Senado, los
radicales debieron negociar con sus contrincantes históricos a pesar de las diferencias
ideológicas y organizativas que los separaba.
3-El
gobierno militar antes de dejar el poder liberó a los prisioneros políticos,
excepto a los guerrilleros, pasándole un serio conflicto al nuevo gobierno.
4-El
deseo de los jefes montoneros y del ERP de regresar al país.
5- Las
autoridades del ejército designadas no rompieron vínculo con Viola ni Videla.
El presidente en personas nombró a Raúl Borrás al frente del
Ministerio de Defensa para encaminar las relaciones entre el gobierno y las
Fuerzas Armadas.
La problemática de la violación de los derechos humanos
llevada adelante por la dictadura militar era muy compleja, el caudillo radical
y su entorno pretendían que sean las propias fuerzas militares las que juzgaran
a los acusados y que ese proceso judicial sirviera para que las Instituciones militares
se depurarán y de manera automática se reinsertaran al sistema democrático.
Para poder lograr poner en marcha el proyecto, el gobierno
dio la orden de arrestar a los comandantes de las tres primeras juntas
militares y a los líderes guerrilleros. El objetivo era partir de la idea de
que ambos sectores tenían igualdad de responsabilidad. Este punto de partida fue la
base de la famosa teoría de los dos demonios. La medida estuvo acompañada por
la derogación de la inaceptable ley de auto amnistía dictada por los militares
antes de dejar el poder. Con esa ley, las Fuerzas Armadas pretendieron poner
punto final al grave drama de la violación de los derechos humanos.
Por iniciativa del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo
aprobó la Reforma del Código Militar que impulsaba el juicio a los militares
acusados de cometer delito de lesa humanidad por las propias Fuerzas Armadas. “La idea del gobierno apuntaba a instalar una
democracia en donde los que tenían las armas obedecieran a los que no las
tenìan”.2 Sin embargo los militares no quisieron saber nada de auto juzgarse,
por esa razón la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital Federal tomó la
responsabilidad de enjuiciar a las
Juntas Militares de la dictadura.
Entre abril y diciembre de 1985 se llevaron adelante las
audiencias públicas del juicio a los comandantes de la dictadura. El juicio
atrapó a la ciudadanía, el país vivió meses históricos hasta que finalmente se
dictaron las condenas. Durante el proceso judicial el fiscal federal Julio
César Strassera y su asistente Luis Moreno Ocampo se convirtieron en verdaderos
paladines de la justicia.
Las condenas fueron las siguientes: - Tres años y nueve
meses de prisión para Agosti.
-Ocho años para Lambruschini.
-Diecisiete años para Viola.
-Prisión perpetua para Videla y Massera.
El fallo judicial tuvo dos aceptaciones dispares, por un lado,
aquellos que veían al mismo como una derrota de los militares en manos del
poder ciudadano y por otro lado se encontraban los que opinaban que las
condenas no estaban a la altura de los crímenes cometidos por los genocidas.
La condena no calmó las aguas, al contrario, profundizó el
debate y el reclamo de mayor justicia para las víctimas de la dictadura
militar. El gobierno de Alfonsín escuchaba todas las voces, incluso las que
provenían del jefe del Estado Mayor, el general Ríos Ereñù. No fueron pocos los que criticaron al presidente por esta actitud, pero
sería una necedad no comprender que el sistema democrático todavía no había
logrado consolidarse en forma definitiva y que los radicales necesitaban tiempo
para hacerlo. Sólo así tal vez se pueda
entender la Ley de Punto Final.
El último día del año 1986 el Congreso de la Nación aprobó
la cuestionada ley, que establecía una fecha límite para iniciar las causas por
la represión ilegal realizada por las fuerzas armadas. Si bien la ley parecía
un freno aplicado a la lucha por los derechos humanos el efecto fue todo lo contario,
porque aluviones de denuncias recayeron en muchos juzgados de todo el país. Las
Cámaras Federales de varias provincias suspendieron las ferias judiciales de
verano para dar tratamiento a los nuevos casos. El resultado de tan sacrificado
esfuerzo dio sus frutos y 300 oficiales quedaron procesados en ese pequeño
lapso.
Con la misma velocidad que trabajó el poder judicial frente
a lo dispuesto por la Ley de Punto Final, se movieron los militares frente a
las nuevas citaciones realizadas por la justicia. En respuestas a las
citaciones el 17 de abril de 1987 se produjo una sublevación militar en la
Escuela de Infantería de Campo de Mayo encabezada por el teniente coronel Aldo
Rico.
El grupo de militares sublevado en Semana Santa fueron
denominados “carapintadas”, por tener el rostro pintado con betún para
diferenciarse de los generales de escritorio, a quienes acusaban de haberse
rendido en la guerra de Malvinas y de haber abandonado a los oficiales medios
en el juicio por las violaciones de los derechos humanos.
Las carapintadas con la rebelión de Semana Santa querían
expresar el malestar que les generaba el avance del poder civil sobre las
estructuras militares y las causas penales en las que se encontraban
involucrados.
La triste experiencia vivida durante la dictadura fue una
lección que gran parte del pueblo argentino había aprendido, por eso, como
respuesta al levantamiento militar, una masiva movilización popular inundó
Plaza de Mayo y diferentes puntos del país brindando su apoyo al gobierno. Al
igual que el relato cristiano el domingo de Pascuas fue un día de gracias para
la República Argentina, pues el mismo presidente luego de reunirse con los
sublevados dio a conocer que “la casa estaba en orden”.
Días después del levantamiento, el
gobierno y las demás fuerzas políticas firmaron “El Acta de Compromiso
Democrático”, allí se establecieron los distintos niveles de responsabilidad
durante la represión ilegal.
Pero si un lector piensa que los
levantamientos militares llegaron a su fin con la fallida sublevación de Semana
Santa se equivoca, porque en enero de 1988 en Monte Caseros, provincia de Corrientes,
Aldo Rico encabezó un levantamiento que fue sofocado rápidamente. El militar
sublevado fue dado de baja y encarcelado junto a 400 compañeros de armas, este
levantamiento no contó con el apoyo del resto de las Fuerzas Armadas, debido a
las consecuencias que produjo la Ley de Obediencia Debida.
Sin embargo, el capítulo de los
levantamientos militares durante el gobierno radical recién se cerró en
diciembre de 1988 luego que el coronel Mohamed Alí Seineldìn fuera derrotado en
el fallido levantamiento de Villa Martelli.
La rebelión de Villa Martelli fue
muy violenta se registraron tres muertos y 48 heridos, teniendo consecuencias
bien marcadas: - El Estado Mayor se consolidó frente a los grupos militares
sublevados.
-Los sublevados se dividieron en los seguidores de Aldo Rico y los que
reconocían a Seineldìn como su líder.
-El conflicto puso en un segundo plano a la lucha por los derechos
humanos.
Uno de los grandes logros del
alfonsinismo en materia de derechos humanos fue la creación de La Comisión
Nacional Sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). Creada con el objetivo de
investigar las graves violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el
Terrorismo de Estado (1976-1983), llevada a cabo por la Dictadura Militar.
El papel de la CONADEP no era
juzgar sino indagar que sucedió con los desaparecidos, una vez que la Comisión
comenzó a actuar recibió miles de denuncias y testimonios, la investigación le
permitió verificar la existencia de cientos de lugares clandestinos de
detención.
A la CONADEP se le asignaron las
siguientes funciones:
-Recibir denuncias y pruebas sobre violaciones de los derechos humanos y
enviarlas a la justicia.
-Averiguar el destino o paraderos de desaparecidos.
-Averiguar el destino o paraderos de desaparecidos.
-Determinar la ubicación de niños sustituidos a la tutela de padres o
tutores.
-Denunciar en la justicia a los presuntos autores de violaciones de
derechos humanos.
La Comisión estuvo integrada por
ilustres personajes de la sociedad argentina, entre los que se destacaron;
Ernesto Sábato, Ricardo Colombres, René Favaloro, Magdalena Ruíz Guiñazú.
El informe final elaborado por la
CONADEP fue publicado en forma de libro bajo el título de “Nunca Más”.
Si bien el alfonsinismo tuvo un
trabajo probo en materia de derechos humanos, eso no evitó el ataque lapidario
de Hebe de Bonafini, presidenta de las Madres de Plaza Mayo, quien acusó al
presidente de no actuar de acuerdo a las circunstancias.
El triunfo en las urnas del
radicalismo significó un enorme desafío para cada uno de los componentes del gobierno
elegido democráticamente, porque había que dar una solución a una realidad que se
presentaba sumamente compleja en todas las áreas. Si se analiza la situación
económica en 1984, se podrá observar el estado crítico en que la misma se
encontraba.
La mayoría de los analistas económicos coinciden
en afirmar que, en los primeros meses de gobierno, el radicalismo no acertó con
las medidas económicas que tomó. El FMI hizo pública su intención de no refinanciar
ninguna deuda si los países deudores no se comprometían en acordar el pago de
la deuda externa. El gobierno argentino a través de su ministro de economía,
Bernardo Grinspun , trató de dilatar el acuerdo y evitar someterse a la presión
del organismo internacional. El resultado fue un terrible fracaso y obligó al
Estado Argentino aceptar la imposición del FMI, como si esto fuese poco, la
inflación no cesaba y la especulación financiera alcanzaba límites inesperados.
Alfonsín no tuvo reparo en comunicar al país que se ingresaba en una economía
de guerra.
Las desacertadas medidas adoptadas
por del Ministro de Economía, determinaron su alejamiento de la cartera y su
reemplazo por Juan Sourrouille, ni bien este asumió en el cargo dio a conocer
sus objetivos:
-Apertura de la economía.
-Fomentar las exportaciones.
-Disminuir la emisión de monedas.
-Bajar el déficit fiscal y el gasto
público.
-La no intervención del Estado como
agente económico.
El anuncio fue bien recibido por la
población y en especial los empresarios poderosos. El primer paso dado por el
Ministro de Economía fue un impulso auspicioso para que en junio de 1985
lanzara el famoso Plan Austral. ¿Qué buscaba el Plan Austral?
Frenar el aumento de precios con
medidas antiinflacionarias y de esta forma ganar la confianza de los
capitalistas, los acreedores externos y los organismos financieros
internacionales. Lentamente el Estado pasó a manejar y controlar la economía
interna, entre los cambios más significativo se encuentra la reforma monetaria;
el peso moneda nacional fue reemplazado por el austral.
Los dos polos de la contienda
económica (Empresarios y trabajadores) aceptaron los efectos del plan austral
por temor al avance de la inflación.
En los primeros meses, el plan
austral pudo frenar la hiperinflación, pero en marzo del año 1986 comenzó a
notarse la debilidad del tan promocionado plan económico. Ante la presión de
los gremios y la amenaza de una huelga por tiempo indeterminado, el Ministerio
de Economía autorizó un aumento salarial que disparo automáticamente los
precios.
Las medidas tomadas hicieron que
los empresarios perdieran la confianza que les había generado el plan austral.
El fracaso de las medidas económicas llevó al gobierno en 1987 a embarcarse en
nuevas estrategias que desregularan la economía en transportes, comunicaciones
y en las áreas de química y energía.
La flamante reforma buscó reducir
el déficit fiscal, por tal motivo el gobierno profundizó las medidas
planificadas: reduciendo el salario de los empleados públicos, disminuyendo los
haberes previsionales y aumentando las tarifas públicas. Lamentablemente nada
de esto tuvo un resultado positivo.
Empresarios y trabajadores expresaron su
descontento y la inflación no pudo ser contenida por un gobierno desesperado
por no encontrar el remedio a la grave enfermedad que padecía.
El fracaso económico determinó que
el radicalismo en las elecciones de 1987 perdiera la mayoría en la cámara de
diputados.
Si desde 1984 a 1987 la situación
económica del país era terrible, en 1988 la misma se encontraba en terapia
intensiva con una inflación que rondaba el 500 %. La triste realidad obligó al
gobierno a cancelar el pago de los intereses de la deuda externa y buscar un
nuevo plan económico. En agosto de 1988 el gobierno activó el Plan Primavera,
¿En que consistía el Plan?
1-Favorecer las importaciones.
2-Disminuir el déficit fiscal.
3-Devaluación del austral.
4-Manejo de la pauta cambiaria.
5-Mantener el dólar bajo.
6- Suba del interés de los depósitos bancarios.
El nuevo intento económico del Ministerio de Economía
contó con el apoyo de los capitales extranjeros asociados a la UIA y de la
Cámara Argentina de Comercio, sin embargo, los sectores industriales que
representaban al mercado interno y a las economías regionales vieron que el
futuro que se les avecinaba era de terror.
Otro sector que alzó con fuerza su voz de protesta fue el
agropecuario, al ver que el remedio era peor que la enfermedad. Para mal del
gobierno los resultados fueron nefastos y la crisis se agudizó.
Los poderosos y los oportunistas grupos empresariales se
dedicaron a la timba financiera que les dejaba enormes ganancias, aumentando la
desocupación y el caos económico. La venta de dólares trepó a cifras
escalofriantes lo que obligó al gobierno a decretar feriado bancario y a
suspender la venta de las monedas extranjeras. Las medidas que tomó el gobierno
radical tuvieron resultados caóticos y el dólar como la inflación alcanzaron
una dimensión difícil de frenar.
La hiperinflación de 1989 golpeó el hogar de todos los
argentinos, produciendo efectos sociales gravísimos en los sectores más
vulnerables. Se podría buscar diferentes
calificativos para pintar ese pasado reciente y todos estarían bien
seleccionados: angustia, enojo, desamparo, miedo, tristeza y desastre. De nada
sirvieron los cambios de ministros de economía, fueron inútiles los intentos de
Carlos Pugliese y Jesús Rodríguez de ordenar el rumbo económico y la
hiperinflación que era devastadora los devoró.
Es necesario puntualizar que siempre que hay una crisis
económica tan grande hay sectores que logran obtener inmensas ganancias y la
crisis de 1989 no fue una excepción a la regla. ¿Quiénes se beneficiaron?
Si algo le faltó al caos que se vivía no tardó en llegar, porque a fines de mayo de 1989 en Rosario, Córdoba, Tucumán y el Gran Buenos Aires los sectores sociales más afectados por la hiperinflación arrasaron los supermercados y todo tipo de comercio barrial.
Ante tan compleja situación social, los legisladores decretaron el estado de sitio y la represión no tardo en venir. Las consecuencias de la represión dejaron un saldo de 14 muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.
..”Entre 1987 y 1990 el empobrecimiento afectó en primer lugar a los que ya eran pobres , a los que estaban en un lento proceso de dejar de serlo y quienes estaban experimentando una movilidad social ascendente”..3
El cuadro pintado aceleró el traspaso de la banda presidencial y en julio de 1989 asumió como presidente de los argentinos Carlos Saul Menen.
Recomponer el país luego del desastre que realizaron los militares no era una tarea fácil y el gobierno de Alfonsín lo sabía. Pero además tenía muy presente que debía reorganizar las bases sindicales si quería buscar el apoyo del gremialismo.
Cuando Raúl Alfonsín asumió la presidencia, el sindicalismo argentino se encontraba desbastado y dividido políticamente, sin embargo, en enero de 1984 la CGT Azopardo y la CGT Brasil se unieron dejando fuera de la nueva CGT a la Unión Obrera Metalúrgica, al Movimiento Nacional de Renovación Sindical y a otras organizaciones sindicales de izquierda.
La nueva CGT identificada con el legado peronista cumplió un rol determinante no sólo como defensora de los intereses del sector obrero sino además como soporte del derrotado movimiento político justicialista.
Es en este contexto que va a emerger la figura del dirigente sindical Saúl Ubaldini , quien se transformó en el estandarte de las protestas sociales durante los momentos más críticos del gobierno radical. En septiembre de 1984 la CGT realizó el primer paro nacional, iniciando de esta manera una escalada de paros que se prolongaron a lo largo de todo el mandato presidencial del alfonsinismo.
Ante el rotundo fracaso del oficialismo por sancionar la Ley de Reforma Sindical, Alfonsín se vio obligado a modificar su relación con el sindicalismo y para tal efecto nombró a Manuel Casella ministro de trabajo. El nombramiento de Casella no pudo modificar la relación entre las partes y el conflicto se profundizó debido a la caótica situación económica.
El camino recorrido hasta el momento permite observar que los primeros años del advenimiento de la democracia fueron sumamente duros, pero es un deber moral reconocer que se dieron una serie de hechos dignos de destacar: los argentinos recuperaron la cultura de la movilización social en reclamos de sus derechos.
El reclamo que con más fuerza sonó, fue el relacionado con la violación de los derechos humanos llevados a cabo por la dictadura militar.
La sociedad en su conjunto volvió a depositar su confianza en los partidos políticos como representantes genuinos de sus intereses y acompañaron de manera diferente la reconstrucción del sistema democrático. Esta resignificación del valor que tiene la democracia es un logro del Alfonsinismo que nadie puede negar.
Desde el gobierno hubo intención que la población argentina tome conciencia de las consecuencias trágicas que tuvo la represión ilegal aplicada por la dictadura militar y comprender el valor del funcionamiento de las instituciones democráticas.
Una atmósfera democrática cubrió a la República Argentina y lentamente todos los actores sociales fueron recuperando los beneficios que el sistema político brindaba.
A más de 33 años del retorno de la democracia uno puede afirmar con total convicción que Raúl Alfonsín fue uno de los presidentes más honesto en la historia democrática de la República Argentina, pero el no haber podido encontrar una solución a los graves problemas económicos y al descontento social que vivió el país fueron las causas de la derrota electoral de 1987.
Hacia 1988 y 1989, los radicales manifestaron cierto temor de cara a las elecciones presidenciales de 1989, para mal del gobierno, a los problemas ya mencionados se agregaron otros de grueso calibre:
La campaña política de Angeloz giró en torno a descalificar el pasado violento del justicialismo.
Mientras la UCR perdía posición según los datos que daban a conocer las encuestadoras políticas, el Justicialismo se posicionaba cada día que pasaba en un lugar de privilegio.
Carlos Saúl Menen fue elegido candidato presidencial para representar al peronismo tras derrotar al histórico Antonio Cafiero.
Menen era gobernador de La Rioja, personaje carismático, que apeló a la estética de los antiguos caudillos del interior y a la doctrina peronista para atrapar al electorado indeciso. Recorría el país con campañas sencillas y consignas pegadizas que se inmortalizaron en el imaginario popular: “Síganme, no los voy a defraudar”. De norte a sur y de este a oeste prometía el salariazo y la revolución productiva. Promesas sin ningún tipo de argumentación válida.
El 14 de mayo de 1989 se llevaron a cabo las elecciones nacionales que dieron como ganadora a la fórmula presidencial: Menem -Duhalde con el 47,3% de los votos, seguido por el binomio Ángeloz-Casella con el 32,4 %. No se puede dejar pasar por alto que parte del éxito de Menem tuvo que ver con la imagen desgastada de Alfonsín.
El menemismo desde un principio no se mostró solidario con el presidente en función y poco le importó el pedido de apoyo del oficialismo, ante esta situación, Alfonsín adelantó el traspaso del mando presidencial.
El 8 de julio de 1989 Carlos Saúl Menem comenzó a manejar los destinos del país y no pasó mucho tiempo para que su discurso peronista y popular se transformara en el canto más genuino del neoliberalismo.
La primera prueba de esta metamorfosis política fue la designación de un empresario del grupo Bunge y Born como ministro de economía y el alineamiento político y económico detrás de E.E.U.U.
A esa altura de los acontecimientos, a nadie sorprendió su alianza con los partidos liberales tradicionales y su estrecho vínculo con los empresarios, enemigos históricos del partido peronista.
El nuevo presidente no tuvo reparos en designar en cargos importantes a Adelina Dalesio de Viola o María Julia Alsogaray para sellar esta impensada alianza política con los sectores ultra liberales.
El menemismo provocó cambios nunca vistos en el escenario político argentino:
La llegada de Menem al poder se dio en un país envuelto en una grave crisis socioeconómica, para combatir el descontento popular presentó al Congreso dos proyectos de ley que fueron aprobados sin ningún tipo de reparo: Las Leyes de Emergencia Administrativa y de Emergencia Económica.
Pero tal vez, esto no fue lo más revelador de sus mandatos. Si algo caracterizó al gobierno de Menem fue el uso y abuso de los decretos de excepción, denominados decretos de necesidad y urgencia.
El gobierno del presidente riojano estuvo atravesado por los decretazos, lo que le permitió una mayor concentración del poder. En cinco años de gobierno desde 1989 a 1994 dictó 336 decretos, con los cuales realizó privatizaciones, desreguló la economía, creó impuestos, derogó o modificó leyes. El Congreso perdió o cedió la facultad para la cual había sido creado.
Nada era desaprovechado por el menemismo para posesionar lo mejor posible a su líder y así extender su mandato presidencial. Con el argumento que a la crisis social y económica sólo se la podía combatir con la continuidad de Menem en el poder, en 1993 empezó a expandirse el rumor de la reelección presidencial. La misma sólo sería factible si se modificaba la constitución.
La UCR que en un primer momento se mostró reacia a tocar el tema de la reelección presidencial, observó que a medida que pasaba el tiempo perdía mayor protagonismo en la vida política del país, por ese motivo decidió acompañar a Menem en esta propuesta.
El 14 de noviembre de 1993 se firmó El Pacto de Olivo, un acuerdo entre el menemismo y la UCR que garantizaba la reforma de la constitución. Alfonsín político de raza sabía que no había otra alternativa y que firmar no lo dejaba fuera de las decisiones trascendentales que se tomaban en ese momento.
Para muchos argentinos el Pacto de Olivo quedó inmortalizado con el abrazo de Menem y Alfonsín, garantizando de esta manera la aprobación de la Ley 24.309 que declaró la necesidad de reformar la constitución.
Seis meses después en las ciudades de Paraná y Santa Fe sesionó la Asamblea Constituyente conformada en su mayoría por representantes del PJ, la UCR, Frente Grande y el MODIN (de Aldo Rico). Los partidos minoritarios ocuparon las restantes bancas.
La reforma pautaba las relaciones entre los poderes el Estado, entre la Nación y las provincias y la declaración de nuevos derechos y garantías. El 22 de agosto de 1994 la nueva Constitución fue jurada por las autoridades correspondientes.
Si bien el menemismo logró imponer su voluntad sobre el resto de las organizaciones políticas del país, en algunas provincias, las fuerzas locales lograron posesionarse en lugares estratégicos de la maquinaria política de la República Argentina. Un ejemplo de lo manifestado fue el de Domingo Bussi en Tucumán, quien en 1995 fue elegido gobernador, representando al partido político; Fuerza Republicana. Bussi era un ex general acusado de violar los derechos humanos durante la época del proceso militar.
Por su parte, los peronistas opositores a Menem se alejaron del caudillo riojano para crear una nueva fuerza alternativa. En 1991 Carlos Álvarez (Chacho), representante del peronismo renovador se asoció a grupos de izquierda para dar origen al Frente Grande.
En Capital Federal el Frente Grande se transformó en la primera fuerza política y su representante más importante fue Graciela Fernández Meijide.
En las elecciones presidenciales de 1995 el Frente Grande se va a unir con la agrupación política que conducía José Octavio Bordón, denominada País Solidario, creando el FREPASO (Frente del País Solidario).
La nueva fuerza política lanzó una feroz campaña en contra de la corrupción menemista y del pacto Alfonsín-Menem.
La fórmula presidencial Álvarez -Bordón en las elecciones de mayo de 1995 lograron el segundo lugar detrás de Menen, con más de cinco millones de votos. Vencer a Menem en 1995 era una odisea difícil de materializar, el apoyo popular brindado al menemismo le permitió obtener el 50 % de los votos.
"Las fuerzas opositoras enfrentaron diversos obstáculos para disputar el poder al peronismo a nivel nacional”. 4
Podría parecer incomprensible el triunfo del oficialismo luego de un primer gobierno, en donde los únicos beneficiados fueron los sectores capitalistas, en desmedro de los sectores medios y de los sectores trabajadores. Pero el temor a volver a vivir la trágica hiperinflación y la desestabilización económica del gobierno anterior, llevo a gran parte del electorado votar a Menem.
Durante los 10 años del gobierno de Carlos Saúl Menem el país vivió situaciones jamás imaginadas o afirmaciones de un presidente imposible de olvidar. ¿Quién no recuerda las famosas frases de Menem? “He leído los libros de Sócrates “… “En dos horas los argentinos estaremos en Japón?” Con mi gobierno se acabarán las antinomias Perón o Balbín, Sarmiento o Rosas” …” Fui prisionero de los militares, pero conmigo tuvieron un trato fraternal”. Así se podría ilustrar páginas y páginas de libros, pero este no es el objetivo del presente trabajo, por lo tanto, se seguirá por la ruta trazada.
A meses de asumir su primeria presidencia, Menem comunicó el primer perdón presidencial a 227 condenados. entre los que había acusados por las sublevaciones carapintadas, guerrilleros, genocidas militares y responsables de la Guerra de Malvinas
Paralela a esta decisión el gobierno apoyó la moción del Estado Mayor de condenar duramente a Seineldìn y 19 oficiales más y apartarlo del servicio activo.
La respuesta de Seinledìn no tardó mucho tiempo en llegar, el 3 de diciembre de 1990, sus aliados tomaron el Cuartel de Regimiento I de Patricios, ubicado en Palermo. El asalto al cuartel fue contenido tras un violento combate en donde murieron 19 militares y 5 civiles.
En diciembre de 1990 el menemismo concedió el segundo indulto, para reafirmar su postura redentora. Camps, Suárez Masón, Riccheri y Mario Firmenich , entre otros fueron liberados .
La libertad concedida a militares del proceso y a guerrilleros era una forma elegante de convalidar la teoría de los dos demonios.
En su segundo mandato, Menem designó a Martín Balza como jefe de las Fuerzas Armadas y con este nombramiento las fuerzas militares quedaron subordinadas al poder político. Fue en era menemista en la que se eliminó el servicio militar obligatorio tras la muerte del soldado Omar Carrasco, víctima de abuso de autoridad y de tortura.
Menem desde el primer día de gobierno sabía que el gran enemigo a vencer era la inflación, sin ningún tipo de dudas nombró ministro de economía a Miguel Roig, representante de Bunge y Born . El nombrado ministro falleció a días de su designación y fue reemplazado por Néstor Rapanelli. Las designaciones son una muestra que el neoliberalismo fue la política económica elegida por el presidente que se decía justicialista, pero que en la práctica estaba muy alejado de la doctrina creada por Perón.
1- Los que habían dolarizado sus ingresos y patrimonios.
2-Los grupos financieros.
3-Los grandes exportadores.
4-Los poderosos grupos agropecuarios.
Al mismo tiempo la otra cara
de la realidad estaba representada por aquellos que fueron las victimas del
horror económico: los jubilados, los pensionados, los asalariados, los pequeños
y medianos comerciantes, industriales y productores agropecuarios. No se puede
dejar afuera de esa tragedia inflacionaria a los pequeños ahorristas que vieron
impotentes como se esfumaban los ahorros de toda su vida.Si algo le faltó al caos que se vivía no tardó en llegar, porque a fines de mayo de 1989 en Rosario, Córdoba, Tucumán y el Gran Buenos Aires los sectores sociales más afectados por la hiperinflación arrasaron los supermercados y todo tipo de comercio barrial.
Ante tan compleja situación social, los legisladores decretaron el estado de sitio y la represión no tardo en venir. Las consecuencias de la represión dejaron un saldo de 14 muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.
..”Entre 1987 y 1990 el empobrecimiento afectó en primer lugar a los que ya eran pobres , a los que estaban en un lento proceso de dejar de serlo y quienes estaban experimentando una movilidad social ascendente”..3
El cuadro pintado aceleró el traspaso de la banda presidencial y en julio de 1989 asumió como presidente de los argentinos Carlos Saul Menen.
Recomponer el país luego del desastre que realizaron los militares no era una tarea fácil y el gobierno de Alfonsín lo sabía. Pero además tenía muy presente que debía reorganizar las bases sindicales si quería buscar el apoyo del gremialismo.
Cuando Raúl Alfonsín asumió la presidencia, el sindicalismo argentino se encontraba desbastado y dividido políticamente, sin embargo, en enero de 1984 la CGT Azopardo y la CGT Brasil se unieron dejando fuera de la nueva CGT a la Unión Obrera Metalúrgica, al Movimiento Nacional de Renovación Sindical y a otras organizaciones sindicales de izquierda.
La nueva CGT identificada con el legado peronista cumplió un rol determinante no sólo como defensora de los intereses del sector obrero sino además como soporte del derrotado movimiento político justicialista.
Es en este contexto que va a emerger la figura del dirigente sindical Saúl Ubaldini , quien se transformó en el estandarte de las protestas sociales durante los momentos más críticos del gobierno radical. En septiembre de 1984 la CGT realizó el primer paro nacional, iniciando de esta manera una escalada de paros que se prolongaron a lo largo de todo el mandato presidencial del alfonsinismo.
Ante el rotundo fracaso del oficialismo por sancionar la Ley de Reforma Sindical, Alfonsín se vio obligado a modificar su relación con el sindicalismo y para tal efecto nombró a Manuel Casella ministro de trabajo. El nombramiento de Casella no pudo modificar la relación entre las partes y el conflicto se profundizó debido a la caótica situación económica.
El camino recorrido hasta el momento permite observar que los primeros años del advenimiento de la democracia fueron sumamente duros, pero es un deber moral reconocer que se dieron una serie de hechos dignos de destacar: los argentinos recuperaron la cultura de la movilización social en reclamos de sus derechos.
El reclamo que con más fuerza sonó, fue el relacionado con la violación de los derechos humanos llevados a cabo por la dictadura militar.
La sociedad en su conjunto volvió a depositar su confianza en los partidos políticos como representantes genuinos de sus intereses y acompañaron de manera diferente la reconstrucción del sistema democrático. Esta resignificación del valor que tiene la democracia es un logro del Alfonsinismo que nadie puede negar.
Desde el gobierno hubo intención que la población argentina tome conciencia de las consecuencias trágicas que tuvo la represión ilegal aplicada por la dictadura militar y comprender el valor del funcionamiento de las instituciones democráticas.
Una atmósfera democrática cubrió a la República Argentina y lentamente todos los actores sociales fueron recuperando los beneficios que el sistema político brindaba.
A más de 33 años del retorno de la democracia uno puede afirmar con total convicción que Raúl Alfonsín fue uno de los presidentes más honesto en la historia democrática de la República Argentina, pero el no haber podido encontrar una solución a los graves problemas económicos y al descontento social que vivió el país fueron las causas de la derrota electoral de 1987.
Hacia 1988 y 1989, los radicales manifestaron cierto temor de cara a las elecciones presidenciales de 1989, para mal del gobierno, a los problemas ya mencionados se agregaron otros de grueso calibre:
1-Debido a las largas sequías quedaron fuera de servicio reconocidas centrales hidroeléctricas que repercutieron directamente sobre la vida cotidiana de la población.
2-El ataque al cuartel de La Tablada. El Movimiento Todos por la Patria encabezado por Enrique Garrarían Merlo intentaron tomar el cuartel de La Tablada, en una supuesta defensa del sistema democrático. Este fallido intento fue aprovechado por las fuerzas militares para hacer oír sus voces de protestas.
3-Violentos saqueos de comercios se dieron en varios puntos del país con muertos, heridos y detenidos.
El panorama complicaba las
aspiraciones del radicalismo de volver a ganar las elecciones presidenciales. A pesar de ello, la UCR designó como
candidato a Eduardo César Angeloz, gobernador de Córdoba. Con un perfil
político diferente a Alfonsín se rodeó de economistas liberales que proponían
una urgente reforma del estado, basada en las privatizaciones y en la
modernización de la economía.La campaña política de Angeloz giró en torno a descalificar el pasado violento del justicialismo.
Mientras la UCR perdía posición según los datos que daban a conocer las encuestadoras políticas, el Justicialismo se posicionaba cada día que pasaba en un lugar de privilegio.
Carlos Saúl Menen fue elegido candidato presidencial para representar al peronismo tras derrotar al histórico Antonio Cafiero.
Menen era gobernador de La Rioja, personaje carismático, que apeló a la estética de los antiguos caudillos del interior y a la doctrina peronista para atrapar al electorado indeciso. Recorría el país con campañas sencillas y consignas pegadizas que se inmortalizaron en el imaginario popular: “Síganme, no los voy a defraudar”. De norte a sur y de este a oeste prometía el salariazo y la revolución productiva. Promesas sin ningún tipo de argumentación válida.
El 14 de mayo de 1989 se llevaron a cabo las elecciones nacionales que dieron como ganadora a la fórmula presidencial: Menem -Duhalde con el 47,3% de los votos, seguido por el binomio Ángeloz-Casella con el 32,4 %. No se puede dejar pasar por alto que parte del éxito de Menem tuvo que ver con la imagen desgastada de Alfonsín.
El menemismo desde un principio no se mostró solidario con el presidente en función y poco le importó el pedido de apoyo del oficialismo, ante esta situación, Alfonsín adelantó el traspaso del mando presidencial.
El 8 de julio de 1989 Carlos Saúl Menem comenzó a manejar los destinos del país y no pasó mucho tiempo para que su discurso peronista y popular se transformara en el canto más genuino del neoliberalismo.
La primera prueba de esta metamorfosis política fue la designación de un empresario del grupo Bunge y Born como ministro de economía y el alineamiento político y económico detrás de E.E.U.U.
A esa altura de los acontecimientos, a nadie sorprendió su alianza con los partidos liberales tradicionales y su estrecho vínculo con los empresarios, enemigos históricos del partido peronista.
El nuevo presidente no tuvo reparos en designar en cargos importantes a Adelina Dalesio de Viola o María Julia Alsogaray para sellar esta impensada alianza política con los sectores ultra liberales.
El menemismo provocó cambios nunca vistos en el escenario político argentino:
A-Distanciamiento entre la dirigencia política y la sociedad civil.
B-Crecimiento del rol e importancia de los operadores políticos.
C-La política pasó a ser manejada por economistas, asesores en imágenes, consultores, encuestadores, comunicadores, etc.
D-Las pintadas callejeras fueron monopolizadas por empresas comerciales.
E- Propagandas políticas costosas en todos los medios de difusión.
F-Banalización de la función pública.
G-Dirigentes sindicales convertidos en empresarios.
H-Aumento de los miembros de la Corte Suprema de Justicia para beneficios personales.
Si las medidas mencionadas no
fueron suficientes, Menem avanzó sobre el poder judicial, las bases sindicales
y las licitaciones de las empresas del Estado, vendidas en operaciones pocas
claras.La llegada de Menem al poder se dio en un país envuelto en una grave crisis socioeconómica, para combatir el descontento popular presentó al Congreso dos proyectos de ley que fueron aprobados sin ningún tipo de reparo: Las Leyes de Emergencia Administrativa y de Emergencia Económica.
Pero tal vez, esto no fue lo más revelador de sus mandatos. Si algo caracterizó al gobierno de Menem fue el uso y abuso de los decretos de excepción, denominados decretos de necesidad y urgencia.
El gobierno del presidente riojano estuvo atravesado por los decretazos, lo que le permitió una mayor concentración del poder. En cinco años de gobierno desde 1989 a 1994 dictó 336 decretos, con los cuales realizó privatizaciones, desreguló la economía, creó impuestos, derogó o modificó leyes. El Congreso perdió o cedió la facultad para la cual había sido creado.
Nada era desaprovechado por el menemismo para posesionar lo mejor posible a su líder y así extender su mandato presidencial. Con el argumento que a la crisis social y económica sólo se la podía combatir con la continuidad de Menem en el poder, en 1993 empezó a expandirse el rumor de la reelección presidencial. La misma sólo sería factible si se modificaba la constitución.
La UCR que en un primer momento se mostró reacia a tocar el tema de la reelección presidencial, observó que a medida que pasaba el tiempo perdía mayor protagonismo en la vida política del país, por ese motivo decidió acompañar a Menem en esta propuesta.
El 14 de noviembre de 1993 se firmó El Pacto de Olivo, un acuerdo entre el menemismo y la UCR que garantizaba la reforma de la constitución. Alfonsín político de raza sabía que no había otra alternativa y que firmar no lo dejaba fuera de las decisiones trascendentales que se tomaban en ese momento.
Para muchos argentinos el Pacto de Olivo quedó inmortalizado con el abrazo de Menem y Alfonsín, garantizando de esta manera la aprobación de la Ley 24.309 que declaró la necesidad de reformar la constitución.
Seis meses después en las ciudades de Paraná y Santa Fe sesionó la Asamblea Constituyente conformada en su mayoría por representantes del PJ, la UCR, Frente Grande y el MODIN (de Aldo Rico). Los partidos minoritarios ocuparon las restantes bancas.
La reforma pautaba las relaciones entre los poderes el Estado, entre la Nación y las provincias y la declaración de nuevos derechos y garantías. El 22 de agosto de 1994 la nueva Constitución fue jurada por las autoridades correspondientes.
Si bien el menemismo logró imponer su voluntad sobre el resto de las organizaciones políticas del país, en algunas provincias, las fuerzas locales lograron posesionarse en lugares estratégicos de la maquinaria política de la República Argentina. Un ejemplo de lo manifestado fue el de Domingo Bussi en Tucumán, quien en 1995 fue elegido gobernador, representando al partido político; Fuerza Republicana. Bussi era un ex general acusado de violar los derechos humanos durante la época del proceso militar.
Por su parte, los peronistas opositores a Menem se alejaron del caudillo riojano para crear una nueva fuerza alternativa. En 1991 Carlos Álvarez (Chacho), representante del peronismo renovador se asoció a grupos de izquierda para dar origen al Frente Grande.
En Capital Federal el Frente Grande se transformó en la primera fuerza política y su representante más importante fue Graciela Fernández Meijide.
En las elecciones presidenciales de 1995 el Frente Grande se va a unir con la agrupación política que conducía José Octavio Bordón, denominada País Solidario, creando el FREPASO (Frente del País Solidario).
La nueva fuerza política lanzó una feroz campaña en contra de la corrupción menemista y del pacto Alfonsín-Menem.
La fórmula presidencial Álvarez -Bordón en las elecciones de mayo de 1995 lograron el segundo lugar detrás de Menen, con más de cinco millones de votos. Vencer a Menem en 1995 era una odisea difícil de materializar, el apoyo popular brindado al menemismo le permitió obtener el 50 % de los votos.
"Las fuerzas opositoras enfrentaron diversos obstáculos para disputar el poder al peronismo a nivel nacional”. 4
Podría parecer incomprensible el triunfo del oficialismo luego de un primer gobierno, en donde los únicos beneficiados fueron los sectores capitalistas, en desmedro de los sectores medios y de los sectores trabajadores. Pero el temor a volver a vivir la trágica hiperinflación y la desestabilización económica del gobierno anterior, llevo a gran parte del electorado votar a Menem.
Durante los 10 años del gobierno de Carlos Saúl Menem el país vivió situaciones jamás imaginadas o afirmaciones de un presidente imposible de olvidar. ¿Quién no recuerda las famosas frases de Menem? “He leído los libros de Sócrates “… “En dos horas los argentinos estaremos en Japón?” Con mi gobierno se acabarán las antinomias Perón o Balbín, Sarmiento o Rosas” …” Fui prisionero de los militares, pero conmigo tuvieron un trato fraternal”. Así se podría ilustrar páginas y páginas de libros, pero este no es el objetivo del presente trabajo, por lo tanto, se seguirá por la ruta trazada.
A meses de asumir su primeria presidencia, Menem comunicó el primer perdón presidencial a 227 condenados. entre los que había acusados por las sublevaciones carapintadas, guerrilleros, genocidas militares y responsables de la Guerra de Malvinas
Paralela a esta decisión el gobierno apoyó la moción del Estado Mayor de condenar duramente a Seineldìn y 19 oficiales más y apartarlo del servicio activo.
La respuesta de Seinledìn no tardó mucho tiempo en llegar, el 3 de diciembre de 1990, sus aliados tomaron el Cuartel de Regimiento I de Patricios, ubicado en Palermo. El asalto al cuartel fue contenido tras un violento combate en donde murieron 19 militares y 5 civiles.
En diciembre de 1990 el menemismo concedió el segundo indulto, para reafirmar su postura redentora. Camps, Suárez Masón, Riccheri y Mario Firmenich , entre otros fueron liberados .
La libertad concedida a militares del proceso y a guerrilleros era una forma elegante de convalidar la teoría de los dos demonios.
En su segundo mandato, Menem designó a Martín Balza como jefe de las Fuerzas Armadas y con este nombramiento las fuerzas militares quedaron subordinadas al poder político. Fue en era menemista en la que se eliminó el servicio militar obligatorio tras la muerte del soldado Omar Carrasco, víctima de abuso de autoridad y de tortura.
Menem desde el primer día de gobierno sabía que el gran enemigo a vencer era la inflación, sin ningún tipo de dudas nombró ministro de economía a Miguel Roig, representante de Bunge y Born . El nombrado ministro falleció a días de su designación y fue reemplazado por Néstor Rapanelli. Las designaciones son una muestra que el neoliberalismo fue la política económica elegida por el presidente que se decía justicialista, pero que en la práctica estaba muy alejado de la doctrina creada por Perón.
La ley de Emergencia Económica y la división de la
dirigencia gremial le sirvieron al ministro de Economía, para poner en marcha
un plan económico, cuyo objetivo era terminar con la inflación. El proyecto
favorecía al sector empresarial, sin embargo, la solución tan buscada por el
gobierno para frenar la hiperinflación fracasó y Rapanelli debió renunciar.
El reemplazante del ministro saliente pertenecía al
entorno más íntimo del presidente, eso facilitó que entendiera a la perfección la
idea del gobierno. Fue así como Antonio Erman González, el nuevo conductor
económico apuntó a frenar el dólar para empezar el camino que los llevaría a
terminar con la inflación.
La propuesta fue bien recibida por E.E.U.U. y por Álvaro Alsogaray,
reconocido representante del liberalismo argentino. La medida favoreció a los
capitales extranjeros, pero no así a los empresarios locales que se vieron
superados por las cargas impositivas.
No bien se logró mantener entre un 10 % el nivel mensual
de la inflación, el gobierno mostró sus dientes y sus verdaderas intenciones:
A-Avanzar en las reformas del Estado y las
privatizaciones de las empresas estatales.
B-Recorte del gasto público.
C-Jubilaciones compulsivas a empleados públicos.
D-Privatización de ENTEL y Aerolíneas Argentinas.
E- Licitación de las petroleras, los ferrocarriles, la
red caminera y las petroquímicas.
F-Pago de la deuda externa.
Próximo a la navidad de 1990, Domingo Cavallo reemplazó a
González y en marzo de 1991 puso en funcionamiento el inolvidable plan de
convertibilidad. Mediante el plan se restableció la moneda peso y por ley se
determinó la paridad cambiaría: “un peso igual a un dólar”.
El gobierno obligó al Banco Central a mantener el nivel
de las reservas equivalente a la base monetaria que circulaba y de esa manera
evitar la inflación.
Los resultados,” del Mingo”, apodo que le puso el
presidente fueron positivos: la tasa de interés se redujo, el dólar se mantuvo
estable, los precios bajaron, aumentó el consumo y la actividad industrial se
reactivó.
El plan económico siguió a pasos agigantados hasta 1994,
durante esos años se profundizó la reforma liberal, anteriormente explicada.
A nivel regional en el año 1990, Menem y el presidente de
Brasil firmaron el Acta de Buenos Aires, dando origen a un nuevo sistema de
relaciones, entre ambas naciones. Un año después se firmó el Tratado del
Mercado Común del Sur (MERCOSUR) , en donde Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay acordaron la puesta en marcha del tratado a partir de enero de 1995.
La puesta en marcha del proyecto económico de Cavallo
produjo un resultado positivo en aspectos macroeconómicos, pero a partir de
1995 comenzó a impactar en el desempleo que trepó a un 18 % (se estimaba que
dos millones de personas estaban desocupadas y cuatro millones con dificultades
de trabajo).
El menemismo de ninguna manera se hizo cargo del problema
y culpó del mismo a la crisis financiera de México y su impacto en el sistema
bancario argentino (conocido como el efecto tequila.)
Al colapsar el sistema bancario se rompió la cadena de
pago y las empresas quedaron sin financiamiento, lo que motivo el cierre de
numerosas empresas. Localidades fabriles pasaron a ser verdaderos pueblos fantasmas.
Cavallo sin ningún
tipo de tapujo argumentó que el aumento de desempleo se debía a que mayor gente
de personas buscaban trabajo y a la llegada de inmigrantes vecinos que veían en
Argentina posibilidades económicas que no encontraban en otro lugar. En
realidad, los sucesos económicos que vivía el país eran las consecuencias de la
reorganización capitalista iniciada por Martínez de Hoz.
La crisis del desempleo repercutió en el salario de los
trabajadores. Los empleados públicos y privados vieron sus salarios recortados y
esto afectó al instante el consumo interno.
En 1996 Cavallo siguió avanzando con su política de
ajuste e intentó imponer por decreto, la eliminación de las asignaciones
familiares para los trabajadores con salarios medianamente alto para ese
momento y considerar parte del salario en blanco los ticket-canasta. Ante la
violenta reacción de los gremialistas y los trabajadores el Poder Ejecutivo presionó
al ministro de Economía, quien renunció.
La esperanza sobre un cambio del rumbo económico se
diluyó rápidamente, porque el nuevo ministro formaba parte del equipo de
Cavallo. Roque Fernández siguió los pasos de su antecesor y el panorama
económico continúo transitando por caminos que no favorecían el tránsito de la
masa trabajadora.
El triunfo de Menem en su primera presidencia se debió al
apoyo de la clase trabajadora, pero en lugar de retribuir esa muestra de
confianza manifestada por los votantes avanzó vorazmente sobre los derechos de
los asalariados.
Una vez en el poder Menem jugó para el equipo de los
empresarios poderosos. El grupo empresarial pudo legalizar situaciones trágicas
para los trabajadores con la despiadada complicidad de muchos sindicalistas
menemistas:
-Contratos
temporales. (Contrato basura)
-Disminución de las
indemnizaciones por despido.
-Aumento de la producción, pero no de los
salarios.
-Precariedad laboral.
-La Ley de Accidentes de Trabajo y Ley de
Empleo. (Perjudicaba a los trabajadores)
Los trabajadores se vieron desamparados por la política
del Estado y por el abandono que sufrieron de parte de sus representantes
gremiales. En un espacio donde no había posibilidades laborales y un alto
índice de desempleos, no había lugar para los reclamos por miedo a perder la
fuente laboral.
Al explicar la pésima situación que padecieron los trabajadores,
no debe estar ausente, el proceso de privatizaciones de las empresas nacionales
que pasaron a manos de empresarios nacionales y extranjeros. Estos grupos
capitalistas obtuvieron ganancias millonarias, que, según los funcionarios
menemistas, parte de esas ganancias iban a ir a parar al salario de los
trabajadores (Teoría del Derrame). Pero nada de ese discurso fue real, al
contrario, la riqueza se concentró en grupos empresariales y aumentó la pobreza.
Las privatizaciones que fueron la bandera del modelo
neoliberal del menemismo, hacia el final del mandato de Carlos Menem fueron
cuestionadas por el grueso de la población argentina. “YPF ya no es el símbolo del manejo autónomo
por parte del gobierno de un área clave de la economía (la petrolera), sino del
capitalismo extranjero. El gas, el agua y la electricidad son suministradas por
empresas concesionarias. Lo mismo ocurre con los servicios telefónicos y
ferroviarios.
Para transitar por las autopistas y rutas, los vehículos
deben pagar elevadísimos peajes.” 5
Si se quiere explicar las secuelas que produjo el modelo
neoliberal implementado por el presidente Menem, no se debe omitir la quiebra
de las economías regionales ocurrido en este periodo histórico.
Las economías regionales extra pampeanas se vieron
seriamente afectadas por
la reforma del Estado,
especialmente por la apertura de la importación y por otras medidas
coyunturales que impactaron de manera negativa sobre los pequeños y medianos productores
agropecuarios. La gran mayoría de estos productores perdieron su capital,
quedando en la ruina y dejando a gran cantidad de trabajadores al total
desamparo.
Siguiendo la cadena de producción, el consumo local se
redujo y la crisis que se inició el marco rural se extendió al urbano.
Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, Misiones y Santiago del
Estero fueron las provincias que más sintieron el impacto de las medidas
neoliberales, con altos porcentajes de hogares que no llegaban a cubrir las
necesidades básicas.
Se ha dicho en reiteradas oportunidades que hubo parte de
la dirigencia gremial que fue obsecuente al gobierno de Carlos Menem, esa
obsecuencia les permitió llevar agua para su molino. Dentro de este grupo se encontraban:
SMATA, la UOM y Luz y Fuerza, que se agruparon en torno a la CGT.
Los dirigentes
sindicales opositores de extracción peronista histórica se alejaron de sus
colegas y los comenzaron a llamar menemista, porque consideraban que no tenían
nada que ver con la doctrina peronista. La dirigencia opositora se nucleó en el
MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos), estaba compuesto entre otros por
la UTA y camioneros. Fue una de la organización que más criticó y resistió al
gobierno menemista.
El menemismo logró romper la unidad de los trabajadores y
de esta manera debilitar las bases sindicales. En 1992 nació el Congreso de los
Trabajadores Argentinos (CTA) que nucleaba a la Asociación de Trabajadores del
Estado (ATE) y a la Confederación de trabajadores de la Educación de la
República Argentina (CETERA).
En la CTA fue importante la resistencia que encabezaron
Victor de Genaro y Marta Maffei , para hacer frente al avance de la política
neoliberal, pero al hablar de resistencia sindical, es elemental mencionar a
Carlos Santillán (El Perro), dirigente jujeño que se transformó en el símbolo
de la resistencia trabajadora.
El proyecto político del presidente Menen fue desgastando
el espíritu participativo y esperanzador que se vivió durante el alfonsinismo.
Un ejemplo concreto de este efecto se inició con el indulto otorgado a los
militares por Carlos Saúl Menem, que produjo un fuerte impacto en el conjunto
de la sociedad argentina, la gente comenzó a desconfiar de los jueces, quienes
se alejaban del perfil exigible a estos funcionarios.
La Justicia quedó sometida a la voluntad e intereses del
poder de turno; la corrupción y la impunidad pasaron a ser moneda corriente.
La situación explicada
y el temor que forjaba el gobierno al pueblo sobre un posible regreso de la
hiperinflación hizo que la gente perdiera el interés por las movilizaciones.
Como si esto fuese insuficiente, los trabajadores no se movilizaban por temor a
sufrir descuentos o perder sus trabajos.
Muchos
acontecimientos ocurridos durante los 10 años del gobierno menemista quedaron
en las tinieblas de las dudas y algunos aun no pudieron ser develados. En el
año 1992 la embajada de Israel fue víctima de un atentado, en donde hubo
muertos y heridos. Dos años más tarde
ocurrió el ataque contra la AMIA, que sacudió prácticamente a toda la ciudad de
Buenos Aires dejando un saldo de 84 muertos y 300 heridos. Fue el atentado más
grave sufrida por la comunidad judía después de la segunda guerra mundial.
Miles de acusaciones se vertieron sobre el gobierno, pero nada pudo ser demostrado.
Hoy a 23 años del trágico episodio, todavía no hay justicia.
A meses del atentado de la AMIA, el 15 de marzo 1995, el
hijo del presidente muere en San Nicolás de los Arroyo, tras la explosión del
helicóptero que piloteaba. Junto a él viajaba Silvio Oltra, un importante
deportista del circuito nacional. Al igual que el trágico caso de la Mutual
Judía, todo sigue sin que se pueda saber la verdad.
Con tristeza de debe afirmar que estos hechos no fueron
los únicos que se vivieron durante el mandato de Carlos Menem, debido a que en
1995 se produjo la explosión de la fábrica de Armamentos Militares de Río
Tercero, en la provincia de Córdoba. A raíz de la tragedia hubo enormes
pérdidas materiales, la muerte de siete personas y una gran cantidad de
heridos.
El hecho fue confuso, hay investigaciones que lo
relacionan con la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, por la que Menem
ha sido procesado y condenado.
No se puede cerrar esta etapa triste de la historia
argentina sino se analiza lo que muchos analistas políticos llamaron la farandulizaciòn
de la política. Fue una época en que “se vio más que nunca a cantante y
deportistas devenidos a funcionarios (El cantante Palito Ortega gobernador de
Tucumán, el automovilista Carlos Reutemann gobernador de Santa Fe y Hugo Porta
embajador en Sudáfrica”)6
A lo largo del recorrido realizado por el gobierno de Carlos
Saúl Menem se optó por utilizar en reiteradas oportunidades, el termino
menemismo en lugar de peronismo o justicialismo, porque el autor considera que
la política llevada a cabo por el gobierno menemista no tuvo nada que ver con
los principios doctrinarios del justicialismo. Si bien para llegar al poder,
Menen hizo uso de una retórica justicialista, una vez que llegó al mismo, sus
medidas de gobierno destruyeron todo lo que el justicialismo proclamó.
Entre 1998 y 1999,
el aparato menemista recurrió a todo tipo de operaciones jurídicas y políticas
para lograr la tercera reelección de Menem, maniobras que no tuvieron éxito. La
oposición como los propios peronistas no lo permitieron esa locura
institucional.
En octubre de 1999 se celebraron las elecciones
nacionales, en donde La Alianza (conformada por la UCR y el FREPASO), que
sostenía la fórmula De la Rúa -Chacho Álvarez se alzó con el triunfo. Detrás
quedó el binomio justicialista, constituido por Duhalde -Ortega, el fracaso del
peronismo estuvo ligado a la política llevada adelante por el menemismo.
Como si hubiese sido una broma macabra del Dante, La
Alianza estaba muy lejos de ser lo que su nombre aventuraba. Desde que Fernando
de la Rúa comenzó a gobernar, los partidos políticos opositores hicieron lo
imposible para romper cualquier tipo de alianza con el gobierno, pero lo
incomprensible fue la actitud asumida por su propio partido, en donde la
estructura interna estaba totalmente quebrada.
Dice un viejo refrán: “para muestra basta un solo botón”
y para La Alianza fue así; su Jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno se transformó
en la voz más crítica de la política económica llevada a cabo por el nuevo
presidente.
Los miembros de radicalismo y del FREPASO pasaron del
amor al odio en un instante, sólo Raúl Alfonsín tuvo la claridad de ver lo que
se venía, por eso buscó de todas formas fortalecer el vínculo dentro de La
Alianza, un esfuerzo que no tuvo éxito.
Los medios de comunicación ventilaban sin ningún tipo de
filtro la incompatibilidad de propuestas entre
el presidente de la Nación y su vicepresidente, es más no eran pocos los
analistas políticos que hipotetizaban sobre rumores de supuestas renuncias al
poco tiempo de comenzar a escribir su historia las nuevas autoridades
nacionales.
El menemismo dejo una dura herencia difícil de mejorar al
corto tiempo, la corrupción vivida a nivel nacional se hizo más evidente en las
provincias. El gobierno nacional a meses de asumir debió intervenir la
provincia de Corrientes debido a los serios problemas financieros y políticos.
Dos pilares fundamentales tenían el proyecto político de
La Alianza: cero corrupción y modernización del Estado, desgraciadamente los
pilares no fueron lo suficientemente sólidos como para materializar el deseo.
Uno de los primeros problemas que intentó solucionar el gobierno fue el de los jubilados,
especialmente de aquellas personas mayores de 75 años, la propuesta quedó en
una simple anécdota, pues fue rechazado por la oposición y por los miembros del
mismo partido.
En un ambiente sociopolítico complicado, la relación
trabajador-gobierno suelen pasar por diferentes estados de ánimos. El gobierno
para aprobar la Reforma Laboral debió recurrir a diferentes estrategias que
captaron la voluntad de las asociaciones gremiales: no recortó los salarios,
extendió el periodo de prueba y disminuyó del monto de las indemnizaciones,
para evitar los despidos.
La aprobación de la Ley de Reforma Laboral se dio bajo la
sospecha de soborno esta situación produjo el quiebre definitivo entre el
presidente y el vicepresidente de la Nación. Carlos Álvarez renunció al cargo
al igual que el Ministro de Trabajo.
El alejamiento del vicepresidente de su cargo se venía
venir desde hacía tiempo, para ser más preciso desde el momento en que en
reemplazo del presidente desreguló las obras sociales en favor de los gremios.
Fernando de la Rúa tuvo que negociar con la GGT de los
gordos la reforma aprobada por el Congreso de la Nación y consensuar con la CTA
que al principio se alió al gobierno, pero luego se transformó en un duro
opositor.
Sin apelar a ninguna fórmula matemática, ni a
explicaciones demagógicas, todo gobierno que no puede superar una crisis
política tampoco podrá torcer el rumbo económico, social e institucional en el
que se encuentre atrapado. Esto fue lo que sucedió con el gobierno de La
Alianza, el desacierto del oficialismo recibió su castigo en las elecciones
legislativas de octubre del 2001, en donde el justicialismo se alzó con el
triunfo.
De poco sirvieron algunos hechos ocurridos en este
período que tuvieron amplia difusión en los medios de comunicación, para callar
el malestar popular. Ni la prisión de Menem por la venta ilegal de armas a
Croacia y Ecuador, ni el envió de soldados al Ejército de la Paz a la zona del
Golfo ni la denuncia del gobierno argentino por la violación de derechos
humanos en Cuba pudo parar el estallido social que se avecinaba.
Los ministros de economía se sucedieron uno a uno sin
encontrar la solución mágica que pusiese fin a la crisis. Machinea, López
Murphy y Domingo Cavallo fueron los elegidos por el gobierno y despedidos por
la presión popular.
Después de octubre del 2001 la situación económica del país
estaba al rojo vivo, a tal punto que el FMI dejó de brindar asistencia
financiera, la decisión del organismo internacional impactó en forma directa en
el sistema bancario. La gente corrió a los bancos para sacar su capital, pero
Domingo Cavallo puso en vigencia el “famoso corralito”, que impedía que las
personas pudiesen sacar todo el dinero de los bancos.
Noviembre del 2001 fue trágico en materia de inflación,
falta de circulante, empresas que cerraban y movilizaciones sociales. Los
punteros políticos que respondían al duhaldismo comenzaron a organizar a las
bases populares para un gran estallido social.
En todas las provincias argentinas se percibía que se
avecinaba un fin trágico para el gobierno de La Alianza, el punto de partida
fue la huelga general del 13 de diciembre decretada por las organizaciones sindicales.
Los días siguientes estuvieron cargados de movilizaciones y saqueos, una frase
comenzó a ser coreada por el conjunto de la sociedad argentina:” que se vayan
todos”.
El 19 del mismo mes, Fernando de la Rúa decretó el Estado
de Sitio, la decisión no hizo más que enfurecer a la ciudadanía, que salió a
las principales plazas del país a pedir la renuncia del presidente. El 20 de
diciembre la violencia se apoderó de las calles, murieron 39 personas entre los
muertos hubo mujeres y niños, el presidente se retiró en helicóptero de la casa
de gobierno, renunciando a su mandato.
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postautoritaria”, Bs As, EUDEBA, 1985
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RESUMEN REALIZADO POR EL PROFESOR RICARDO ALBERTO CRUZ.