domingo, 25 de mayo de 2014

Las Misiones Jesuitas

“SAN IGNACIO DE LOYOLA Y LAS MISIONES JESUÍTICAS”


“El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”.
                    San Ignacio De Loyola


La Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio de Loyola (Íñigo López de Loyola), nacido en Azpeitia en el año 1491.Ignacio pertenecía a una familia tradicional del Valle de Loyola , era el  último hijo de una prole numerosa cuya niñez transcurrió entre armas y oraciones.
Muerta su madre en 1507 fue enviado por su padre a vivir con un noble de la corte castellana. El joven  vivió más de once años en el pueblo de Arévalo con la familia  adoptiva. Allí  aprendió el arte de la guerra e incorporó el hábito por la lectura. En 1518 murió su protector y pasó a formar parte de la corte militar de otro importante noble castellano. España vivía momentos de violentas guerras intestinas y en ese ambiente bélico la figura de Ignacio se destacó por su capacidad operativa .En 1521 resistiendo una invasión de  Navarrenses  y de franceses fue herido en ambas piernas, lo que le provocó una renguera eterna.
 Un año después viajó a un monasterio benedictino de Barcelona donde decidió dejar su envestidura militar  y convertirse en religioso.Su entrega a Dios estuvo caracterizada por un sacrificado voto de pobreza , en menos de un año recorrió Roma Y Jerusalén con el objetivo de reafirmar el camino elegido . Desde 1524 a 1527 residió en Barcelona y Salamanca estudiando latín y realizando actividades solidarias. La necesidad de profundizar su vocación religiosa lo llevó a Paris, lugar en donde vivió ocho años abocado al estudio de teología y literatura.
En Paris se rodeó de un grupo de compañeros entre los que se destacaron: Pedro Fabro, Alfonso Salmerón, Francisco Javier, Rodrigues, Diego Laínez, y Nicolás de Bobadill , con ellos compartía ejercicios espirituales  y sueños religiosos.
Su formación militar y su vocación religiosa lo llevó a buscar un camino que le permitiera difundir la doctrina católica, por eso no extrañó a nadie que viajara por Europa tratando de conseguir ayuda económica para materializar el objetivo.
 En 1534 fundan con sus amigos “La Sociedad de Jesús”, más tarde llamada “La Compañía de Jesús”. Sus miembros decidieron viajar a Tierra Santa para reafirmar su fe y ponerse al servicio del Papa. Corría 1538 cundo el Papa Pablo III les permitió ordenarse sacerdotes (en Venecia), durante ese año el religioso se dedicó  a realizar acciones solidarias y ejercicios espirituales en Manresa. Antes de iniciarse la nueva  década del siglo XVI la constitución jesuita fue aprobada por el Papa.
Una vez organizada la Compañía de Jesús fue elegido Superior General  y su primera medida fue enviar a sus amigos por toda Europa a fundar escuelas, universidades y seminarios.
El papel de los jesuitas fue determinante para frenar el avance de los protestantes .Se convirtieron en el estandarte de la fe católica y en el escudo defensor del papado.  
En el año 1551 San Ignacio percibió que su salud se deterioraba por ese motivo pidió ser reemplazado en el cargo, pero su solicitud fue rechazada. Pasaron varios años y su enfermedad le fue ganando la pulseada; el 31 de Julio 1556 murió en la sede  jesuita de Roma.
La acción de los jesuitas no se limitó al espacio europeo, a medidas que aumentaba el número de religiosos  también  aumentaba el número de misiones en todo el mundo. Doscientos años después de su creación; la orden llegaría a suelo argentino.


Los jesuitas se ubicaron en el nordeste de nuestro país y en los territorios linderos pertenecientes a los estados de  Paraguay, Brasil  y Uruguay  desde principios de siglo XVII hasta 1768 en que fueron expulsados. Fundaron 30 pueblos,  el primero  fue San Ignacio Guazú  ubicado en suelo paraguayo en  1609. El extraordinario trabajo de misioneros de la talla de Romero, Torres, Lorenzana y Saloni transformó la selva misionera en un espacio social, económico, cultural y religioso merecedor  de todo tipo de reconocimiento.
 Las misiones formaban parte de una organización internacional de carácter vertical, cuya suprema autoridad era el “general” (elegido de manera vitalicia). La macro organización se distribuía a lo largo y ancho de los diferentes continentes. La Orden  Jesuita fundaba provincias dirigidas por provinciales (funcionarios designados por el general).Las provincias se dividían en juridicciones menores.
Las misiones levantadas en territorio argentino dependían de la provincia de la Provincia del Paraguay y el provincial residía en Córdoba, lugar donde se encontraban los depósitos generales. El provincial tenía la obligación de recorrer las juridicciones e informar al General sobre la situación de la provincia que tenía a su cargo. Debajo del  provincial en esta región se encontraba el Superior de las Reducciones del Paraná y Uruguay con residencia en La Candelaria. El Superior contaba con la ayuda de un vice-superior; ambos religiosos se rodeaban de asesores expertos en diferentes  cuestiones.
El pueblo jesuita se dividió en grupos, cada grupo contaba con un superintendente y un cuerpo de asesores  que velaba por sus intereses. Si bien los pueblos tenían independencia económica existía una coordinación entre aquellos que estaban relacionados. Las relaciones eran acordadas por un procurador de la misión; escoltado por varios religiosos. Los procuradores tenían la facultad de vender los productos que la reducción producía y comprar los elementos que necesitaban. Los puntos comerciales por excelencia eran Asunción, Santa Fe y Buenos Aires.
La vida social, cultural, religiosa, espiritual y militar de los pueblos como la administración de los bienes estaba a cargo de un religioso acompañado por auxiliar, ambos religiosos dependían directamente del Superior. Por lo descripto  los religiosos eran los conductores de la reducción; pero la máxima autoridad civil era el “cabildo”. A la cabeza del cabildo se encontraba el “corregidor”, (presidente del cabildo;  cargo  desempeñado por el cacique del pueblo). Los demás funcionarios eran: el teniente gobernador, los alguaciles, el mayordomo y el secretario; todos provenientes de la élite aborigen.
La ubicación de las reducciones era celosamente estudiada; se buscaba que el territorio responda a tres necesidades básicas: agua, árboles y tierra fértil. Por ese motivo no debe sorprender observar que algunas poblaciones  aborígenes fueron levantadas en zonas alejadas de la costa del Río Uruguay  (excepto,; Santo Tomé , Yapeyú  y La Cruz). Las construidas al oeste del Río Paraná  por su lugar de privilegio tuvieron un alto grado de evolución. Debido a la gran actividad comercial que estas reducciones tenían llegaron a contar con alojamiento para los huéspedes.
Los misioneros al levantar los poblados respetaron el modelo arquitectónico hispano. Se marcaban las manzanas  y en ellas se levantaban viviendas, plazas, talleres. Al  fundarse el pueblo cada aborigen recibía una parcela de tierra  que pasaba a ser de su  propiedad. La porción de tierra era heredara por sus descendientes. Los  aborígenes tenían el compromiso no sólo de explotar su parcela  sino además trabajar las tierras comunales, que cubrían las necesidades de los desprotegidos.
La producción de la reducción tenía carácter comunal, solían  almacenarla en silos comunales; de allí se entregaba a cada familia la parte que le correspondía .Parte de la producción se destinaba a cubrir las necesidades de viudas y huérfanos; el excedente era comercializado. Garavaglia especialista en el tema fue el primero en utilizar el término:” modelo”, para explicar el modo de producción jesuita,
El cultivo estaba perfectamente organizado; se cultivaba: mandioca, batatas, verduras, frutales. La explotación de la yerba mate de destacaba por sobre todos los demás cultivos por las ganancias que aportaba.
La actividad ganadera permitía satisfacer necesidades internas de las misiones, llegaron a explotar ovejas, caballos y vacunos. Los jesuitas participaron de las vaquerías y fueron los responsables de dar origen a la actividad ganadera  en el noreste de nuestro país.
Los misioneros inculcaron a los indígenas la cultura del trabajo por eso no debe sorprendernos la diversidad de talleres que existían en las reducciones: de tinturas, de fabricación de cuerdas, de pintura, de herrería, de orfebrería, de carpintería, de alimentos. Las producciones eran de excelente calidad  y sumamente requeridas en el mercado de Potosí. El alto nivel de los productos artesanales se debía  a la creatividad  que lograron sacar los religiosos del pueblo aborigen.
En el siglo XVIII las misiones poseían imprenta; los caracteres tipográficos y la tinta fueron  fabricados por los aborígenes.
Otro aspecto necesario de caracterizar  fue la formación militar que se les dio  a los habitantes de las misiones con el objetivo de frenar las incursiones portuguesas (Los portugueses invadían la región para conseguir  esclavos. Entre los años 1628 -1631  los mamelucos vendieron sesenta mil aborígenes como esclavos).   La instrucción militar les permitió  proteger sus bienes  y los  bienes  de la corona españolas, aunque no siempre con suerte. La expulsión de los jesuitas dejó totalmente desamparados a los  aborígenes, quienes quedaron a merced de la crueldad portuguesa, muchos  lograron  escapar y volver a su vida primitiva .La expulsión de los misioneros respondía a la reforma administrativa – religiosa llevada a cabo por la Dinastía Borbónica.
Los Borbones decidieron poner a la Iglesia Católica española bajo su autoridad,  dándole un carácter nacional  y restándole  poder al papado. Los jesuitas defensores a ultranza del Papa no encajaban dentro nuevo esquema rea l. La Compañía de Jesús fue expulsada de todos los dominios españoles. Pero además no son pocos los historiadores que argumentan que la expulsión  de los jesuitas formaba parte de un pacto entre  la corona de Portugal  y  los flamantes reyes  españoles, en donde ambos se beneficiaban: los borbones se coronaban reyes de España y Portugal se quedaba con Colonia de Sacramento y la libre explotación de esclavos en la región donde se levantaron las misiones jesuíticas.
COMENTARIO REALIZADO POR RICARDO ALBERTO CRUZ.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
-Assadourian,C. y otros, “De la conquista a la independencia”, Bs As, Paidós,2012.
-Furlong, G.,” Misiones y sus pueblos de guaníes”, Bs As, 1972
-Lonchang, A.,” La vida de SAN Ignacio de Loyola”; San Pablo;  Editorial San Pablo, 2001.
-Morner , M.,” Actividades políticas y económica de las misiones jesuíticas en el Río de la Plata”,BsAs, Hyspamérica, 1985.
-Sepp, A.,” Relación de viaje a las misiones jesuíticas” ,Bs As , E.U.D.E.B.A., 1971
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